Santiago Posteguillo: «Si tuviéramos un Galeno hoy día el coronavirus nos duraba dos tardes»

Pasan las eras, los siglos, y seguimos mirando a Roma buscando quién sabe qué. Todo, quizás. Éxito, fracaso, aventura, tragedia, venganza, pasión, juegos de poder… En fin, historias, que es de lo que trata esto de la literatura, por mucho que deconstruyamos. Con esos ingredientes, siempre bien mezclados y agitados, Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) ha cocinado una extensa y exitosa obra, que ha demostrado que el mundo clásico puede ser un lugar de regodeo y diversión para unos cuantos millones de lectores, además de un gran negocio. Su peripecia narrativa comenzó en 2006 con la publicación de «Africanus, el hijo del cónsul», en el que recuperó la figura del general Escipión, y hoy continúa con «Y Julia retó a los dioses», secuela de la exitosísima «Yo, Julia», que en 2018 le hizo merecedor del premio Planeta. Estas dos novelas, claro, están protagonizadas por la admirable Julia Domna, emperatriz consorte de roma y mujer inmortal por derecho propio.

La de «Y Julia retó a los dioses» es una historia crepuscular, de declive vital, en la que tanto Julia como su marido, el emperador Septimio Severo, afrontan achaques de salud y conspiraciones más o menos familiares para derrocarlos. En este ambiente, y sufriendo unos dolores indecibles a causa de un cáncer de mama, ella hace todo lo posible para mantener unido un Imperio que agoniza entre corruptelas, pandemias y ataques bárbaros. Rema a contracorriente, frenando lo inevitable: el final de las cosas tal y como las había construido, la muerte de su dinastía. «Con su esfuerzo consiguióretrasar mucho la división del Imperio, y ese es un mérito que hay que reconocerle, porque sin ella la ruptura hubiese sido más brusca, más abrupta. Julia es uno de los personajes más admirables del Imperio Romano», afirma, tajante, Posteguillo, que achaca el desconocimiento de esta figura capital de nuestro pasado al rencor de sus contemporáneos. «Ella vivió un mundo controlado por hombres, y rompió a muchos. Dejó como idiotas a un montón de emperadores, supo imponerse y manipularlos para conseguir sus objetivos. ¿Cómo quedan ellos? Como bastante estúpidos. Pues a los historiadores romanos no les interesaba relatar esto», lamenta.

Julia es el tercer gran nombre que este autor rescata del Imperio, después de Escipión y Trajano. Aunque en esta obra también cobra una vital importancia Galeno, un secundario de lujo que actúa como narrador y salvador, pues frena una pandemia de viruela que acecha a la comitiva imperial en una campaña en Egipto. «En esa crisis el poder político-militar tiene la inteligencia de supeditarse a la autoridad sanitaria, que es Galeno: le hacen caso y detienen la expansión», asevera Posteguillo. Su conocimiento, insiste, era asombroso, muy superior a la tecnología de la época, como si hubiese oteado el futuro en sueños. «Yo me quedé muy impresionado mientras lo investigaba. Galeno era capaz de detectar cánceres en el colegio de gladiadores de Pérgamo, que es donde empezó a ejercer. Conseguía incluso intervenir quirúrgicamente estos tumores. Era un grandísimo médico. Si tuviéramos un Galeno hoy día el coronavirus nos duraba dos tardes», subraya.

Dice Posteguillo que la historia de Roma es una mina inagotable, y por lo que parece no piensa dejar de picar. «Para el tema novelístico necesitas conflicto. Y si hay algo en Roma es conflicto», sentencia. Después, concreta: «Puedes recurrir a gladiadores, legionarios, legiones, batallas, asedios, traiciones, leones en el anfiteatro, batallas navales, carreras de cuadrigas, violaciones, incestos, todo tipo de relaciones sexuales… Es un potencial dramático increíble». Y no solo es eso, es que esas aventuras forman parte de lo que somos, son el sustrato sobre el que hemos levantado esta fantasía que es Europa. «Como Trajano, comprendemos que la ejemplaridad es fundamental para que la gente sea leal y quiera reproducir los buenos comportamientos. Sin embargo, también hemos heredado sus defectos, como la corrupción, que tiene su origen en el sistema clientelar del senado romano… En lo mejor y en lo peor venimos de Roma», remata.

FUENTE: Abc.es